domingo, 26 de septiembre de 2010

La vida sin sabor.

Odio las matas en mi comida, son como bacterias. Odio que resalte su color natural en lo que meto a mi boca. Y así eres tu. Eres como el cilantro de decoración que le quito a la comida. Te aparto de mi próximo bocado. Eres el cilantro de mi día a día, lo que me desagrada, lo que no quiero comer, lo que saco del plato y envuelvo en una servilleta para tirar a la basura. El sabor ácido de las hojas me molesta en la boca. Me molesta tu sabor, y tu olor. Pero no sólo es el cilantro lo que me molesta en la comida, hay tantas cosas verdes, tantos vegetales, tantas verduras. De pronto también te pareces a la cebolla. A ese crujir detestable de la cebolla cruda en la boca. Lo detesto, detesto la cebolla. Y sin embargo, el olor de la cebolla salteada en aceite de oliva, inunda los sentidos y me agua la boca. Y si, así también eres, como la cebolla salteada, pero aveces como la que sin saber muerdo cruda. Como detesto ese crujir, me da náuseas. Así mismo todo el resto de las verduras y los vegetales me molestan en la comida, el pimentón, el ají, el ajo, etc. Pero son realmente necesarios en la comida, para darle sabor. Y más odio una comida insípida que el desagradable crujir de la cebolla y el sabor del cilantro, me fascina la sazón que le dan los vegetales a la comida. Sin embargo, los aparto en el plato y listo, no los como. Y así eres, como las verduras o los vegetales. Detestables en ocasiones como el jengibre que deja un sabor amargo y un tanto dulce en la boca, pero increíblemente necesarias para no vivir sin sabor.

1 comentario:

  1. Es todo un arte esa de hablar de personas como comida, como aliños, verduras, es genial!

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