jueves, 29 de diciembre de 2011

Durmiendo despierta.

Te veo y no te veo.
Te veo con los ojos abiertos, te veo con los ojos cerrados.
Cuando los aprieto y veo mil estrellas, constelaciones que forman una sonrisa, tu sonrisa.
Te siento con las manos, cuando te toco y cuando no. Cuando te acaricio y cuando desapareces.
Desapareces y te invento, te invento imaginandome tu espalda. Trazo líneas y voy uniendo cada lunar.
Vas saliendo de mis manos como una escultura, y eres única
Sólo para mi.
Y de pronto te vuelves aire, aire que me hala y me empuja hacia un abismo
Un abismo de lleno de rosales, de bellas rosas rojas y blancas
Y sus espinas, hojillas indiscriminatorias.
Voy cayendo, y no te veo.
Cierro los ojos mientras caigo, y sigo cayendo.
Abro los ojos, y ahí estás
Tendida en la cama y toco tu silueta, y puedo abrazarte.
Vuelves a ser mía, sólo mía
Estando despierta o estando dormida.
Eres mía mientras duermo estando despierta.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

De mi.

Tengo la mala costumbre (una de muchas) de presentarme con nombre y apellido, como si estuvieran pegados. Me molesta demasiado la gente extremista, jamás he creído que algo es SIEMPRE negro o blanco, creo apasionadamente en una amplia gama de matices de grises. En cuestiones simples, sí creo que con un sí o un no basta; pero bueno, todo es relativo. No soy una persona fanática de algo en particular, ni de una persona, ni de un artista, ni de un tipo de música. Siento pasión por muchas cosas, la fotografía, el arte, el cine, la literatura y la escritura. Todas me llenan en distintos niveles, y en distintos momentos de mi vida. Sí tengo un color y un número favorito, pero me costó bastante encontrarles un sentido. Pienso que todo siempre tienen un significado más allá de lo que deja ver, por eso creo fielmente que detrás de una fotografía hay historias que podrán contarse infinitamente, que en cada cuento que leemos hay mil cuentos, pero más importante estoy segura que dentro de cada lector hay muchos lectores, y que cada vez que estamos inmersos en el mundo de un autor, sale un lector diferente a hacer su trabajo. Me mantengo firme en mis opiniones, te gusten o no te gusten, son mías y nadie puede robármelas, además no nací para complacer a quienes me obligan a ver las cosas como no las veo. Hay muchas cosas que odio de las personas, de la sociedad, de la política y de la economía. Me molesta la gente que se aprovecha de los demás, me molesta la viveza y el egoísmo, la pedantería, y la desconsideración. Pero más que todo hay tres cosas que no soporto: me molesta la gente que miente, y que se cree sus mentiras, me irrita la gente hipócrita y la gente aduladora. Tampoco me gusta la violencia, la mala ortografía, y la falta de interés en el legado más importante que han dejado las mentes más brillantes del mundo: la literatura. Pienso que si la gente leyera más, el mundo sería un lugar mejor. También pienso que esto último es un poco mentira, porque para que el mundo sea mejor, lo que hay que cambiar es a la gente que vive en él, y sólo el tiempo se ocupa de ellos. Me gusta la palabra controversial, es de esas palabras que al decirlas te hacen sonar inteligente. Pienso que la gramática es preciosa, que las palabras son bellas y que aunque son cárceles de sentimientos, los que quieren entienden más de lo que dicen. Me parece fascinante que para una persona es imposible desviarse del tema del que se está hablando al principio, creo que todos los temas de conversación están interconectados secretamente, y que sin darnos cuenta juegan con nosotros y no al revés. Nunca he sabido cómo empezar a escribir algo, y siempre borro lo que escribo varias veces. Tampoco sé cómo terminar de escribir lo que comienzo. Me es imposible recordar cuál era el propósito de esto que escribo ahora, si es que tuvo alguno en un principio. En fin, hay tantas cosas que quiero decir que se me mezclan las ideas. Otro día les cuento otra cosa...